¿Qué es una máquina?

Serie de tres entradas de aparición inminente, con las que inauguro el blog, publicadas originalmente en Naukas.

  1. Máquinas y sistemas mecánicos
  2. Un experimento mental en el desván
  3. El método científico, la finalidad y la tecnología

Todo lo dicho en esta serie se resume en dos frases: es imposible entender lo que realmente es una máquina sin entender para qué sirve, su propósito, su finalidad. Y para entenderlo no basta el método científico-experimental.

La famosa servilleta auto-operada de Rube Goldberg

NOTAS

Para un desarrollo más técnico de las ideas expuestas en esta serie, ver la referencia:

Gonzalo Génova, Ignacio Quintanilla Navarro. Discovering the principle of finality in computational machines. Foundations of Science. Published online 13 February 2018. El manuscrito está accesible desde mi página académica personal.

 

6 comentarios en “¿Qué es una máquina?

  1. Hola Gonzalo. Afirmas en tu artículo de Naukas que «el método científico es (…) olvidadizo y desconsiderado con la finalidad». Esa afirmación me ha sorprendido, ya que resulta fácil probar su rotunda falsedad. Por ejemplo, cuando un antropólogo estudia una tribu, buena parte de su trabajo científico consiste en hacer preguntas acerca de la finalidad de las acciones que observa. Interrogar a alguien sobre cuál es su intención forma sin duda parte del método científico.
    Un saludo cordial

    Le gusta a 1 persona

    • Hola Rawandi.

      A lo largo de todo el artículo he puesto énfasis continuamente en el método científico-experimental, aunque precisamente en la frase que citas no he puesto la segunda palabra.

      Desde luego no pretendería que un antropólogo no es científico, sino que su ciencia no es puramente experimental, que no le basta con observar y experimentar.

      Lo dices tú mismo: que para entender lo que ocurre en la tribu tiene que interrogar a sus miembros, que son quienes le pueden aclarar la finalidad de sus acciones.

      Sobre la finalidad tengo intención de escribir otro artículo más adelante, es un tema que sin duda da para mucho.

      Saludos cordiales.

      Me gusta

      • Tu artículo habla de «método científico» en al menos cuatro ocasiones; deduzco que en todas esas ocasiones simplemente tratabas de ahorrarte un vocablo evitando repetir una expresión tan larga como «método científico-experimental». Ahora bien, puestos a abreviar, y dado que el énfasis que pones en la experimentación, ¿no crees que deberías haber eliminado la palabra «científico» antes que la palabra «experimental»?

        Me gusta

      • La tuya es una opinión interesante, la tendré en cuenta.

        Pero vamos, tanto por el contexto general del artículo, como por el contexto más cercano, me parece que se entiende bien lo que quiero decir. El párrafo del que hablas comienza con estas palabras: Con esto no quiero decir que el método científico-experimental esté equivocado en su deliberada indiferencia hacia la finalidad, sino sólo que es insuficiente para entender cabalmente aquellas realidades caracterizadas por tener finalidad, como son los actos libres, y los productos de esos actos libres, los artefactos humanos. El método científico es perfectamente legítimo tal cual es, olvidadizo y desconsiderado con la finalidad; lo que no es legítimo es absolutizarlo, el reduccionismo.

        Me gusta

      • La equivalencia que estableces entre «método científico-experimental» y «método científico» tiene el inconveniente de que le transmite al lector la idea errónea de que no hay método científico si no se realiza algún experimento. Refuté ese error con mi ejemplo del antropólogo, quien también aplica el método científico aunque no lleve a cabo experimentos.
        En cambio, la equivalencia entre «método científico-experimental» y «método experimental» tiene la ventaja de que no transmite al lector ninguna falsedad. Por eso te recomiendo que optes por esta última equivalencia en vez de por la otra.

        Me gusta

  2. Pingback: El cerebro ético programado – Fluceando

Deja un comentario