Pampsiquismo y computación

Esta entrada fue publicada originalmente en Naukas.


El pampsiquismo es una teoría filosófica bastante respetable según la cual lo mental es una característica fundamental de toda la realidad. (Hay también muchas versiones esotéricas, pero de esas no voy a decir nada.) Es pariente cercano del hilozoísmo: todo en el universo está de una forma u otra vivo, animado: tiene ánima, psyché, vida propia, autodeterminación en mayor o menor grado. En los seres vivos se manifiesta como autopoiesis, la capacidad de autorreproducirse y automantenerse. Pero esta cualidad mental estaría latente incluso en los seres no vivos.

El pampsiquismo se opone radicalmente al mecanicismo, según el cual la única forma de causalidad es la influencia física entre las entidades que conforman el mundo material: todo se explica en términos de materia y movimiento local, conforme a leyes naturales deterministas. El mecanicismo es una forma particularmente reductiva del antiguo adagio filosófico escolástico: “todo lo que se mueve, se mueve por otro”. En el mecanicismo la vida no es vida, es solo materia más complejamente estructurada; y la materia es entendida como aquello que “se mueve por otro”, es decir, pura pasividad, cero automotricidad, cero autodeterminación. Para el mecanicismo radical, el pampsiquismo es la peor de las herejías.


El modelo estándar de las partículas elementales y sus interacciones

El pampsiquismo afirma, pues, que todo en el universo es consciente de una u otra manera. Así lo defiende, por ejemplo, David Chalmers en The Conscious Mind [1], en un intento de resolver el problema difícil de la consciencia. Thomas Nagel, en Mind and Cosmos [2], también sostiene que lo mental es una característica básica de la naturaleza, no explicable en términos mecanicistas o materialistas (que sería lo que se suele considerar naturalismo estándar). Por el contrario, en una reciente entrevista, António Damásio no considera que el pampsiquismo sea una tontería, pero tampoco cree que lo necesitemos para explicar la consciencia.

La “panlibertad” (panfreedom) es una versión todavía más particular del pampsiquismo, en la que se afirma que todo en el universo tiene un cierto grado de libertad, incluso las partículas elementales de la física. Este sería, supuestamente, el resultado del teorema del libre albedrío (free will theorem) de John H. Conway y Simon B. Kochen [3]:

Bajo ciertos supuestos, si los seres humanos tienen libre albedrío, en el sentido de que su comportamiento no es una función computable del pasado, entonces también deben tenerlo las partículas elementales.

Aunque Conway y Kochen escribieran de modo provocativo en su introducción que “si existen experimentadores con un mínimo de libre albedrío, entonces las partículas elementales deben tener su propia cuota de este valioso bien”, en realidad su artículo trata sobre la refutación de la teoría de variables ocultas en mecánica cuántica. Sobre todo, es importante tener en cuenta la noción precisa de libre albedrío (free will) que manejan: comportamiento que no es una función computable del pasado. Bueno, algo tiene que ver con la noción de libertad humana, pero ciertamente no la agota.


John H. Conway,
fallecido en abril de 2020 por complicaciones derivadas de COVID-19

Una formulación más aceptable para mí sería la siguiente: si los seres humanos son libres, entonces las partículas elementales no pueden ser pura pasividad sometida a fuerzas mecánicas. De todas formas, no voy a intentar argumentar ni a favor ni en contra del pampsiquismo, aunque confieso que tiene cierto atractivo para mí como enemigo declarado del mecanicismo.

Partículas libres no hacen máquinas libres

Hasta aquí lo que defienden Conway y Kochen: si los humanos son libres, las partículas elementales también. Ahora bien, según algunos, se puede dar un paso más: si las partículas elementales son libres, entonces es muy probable que los ordenadores también lo sean. O bien: si todo es consciente, entonces un ordenador también es consciente, aunque lo sea de forma diferente a un ser humano. En concreto, esto es lo que argumentaba un revisor contrario a nuestro artículo Are Human Beings Humean Robots? [4], comentado extensamente hace tiempo en Naukas (¿Puede ser libre una máquina computacional?). Así decía el revisor:

To begin, there is Conway’s and Kochen’s Freewill Theorem, which the author ought to look up, which establishes that if humans have freewill then so do elementary particles (this is called panfreedom). But then if elementary particles are free, then very likely so are computers. The author is thus refuted.

Pero la conclusión de este revisor estaba muy equivocada, y desde luego no se puede derivar del teorema del libre albedrío (porque incurre en la falacia de afirmación del consecuente: si A implica B, de ahí no puedo derivar que B implica A). Es lo que pretendo explicar a continuación: incluso si el pampsiquismo fuera una verdadera propiedad del universo, seguiría siendo verdad que una máquina computacional no puede ser libre.

En efecto, la esencia de un algoritmo (recordemos la definición de Turing de “computación efectiva” o mecánica) es realizar un cálculo, es decir, obtener un resultado deseado, alcanzar un objetivo predefinido. Si el programa no logra su objetivo, es porque es una mala implementación del algoritmo, o porque no es capaz de superar la resistencia del hardware a obedecer al software. Si el ordenador no computa como se espera porque no puede dominar a las desobedientes partículas elementales (ya sea debido a su verdadero indeterminismo aleatorio, o a su supuesto libre albedrío incontrolable), entonces no es un ordenador bien fabricado. La libertad o el indeterminismo de las partículas elementales no constituyen a un ordenador, más bien dificultan que funcione como tal.

Por lo tanto, incluso si asumimos que las partículas elementales son libres —o simplemente indeterministas— no deberíamos concluir que los ordenadores lo son, porque todo el propósito de un ordenador es neutralizar y controlar el comportamiento libre (o al menos indeterminista) de sus componentes, con el fin de lograr un objetivo fijado desde fuera.

De hecho, podemos argumentar de manera similar cuando los componentes del ordenador son comúnmente reconocidos como seres libres. Recuérdese el ordenador hecho con componentes humanos que funcionaba en Bletchley Park, ejecutando programas diseñados por Alan Turing y otros criptógrafos. Como explicaba el propio Turing [5]:

Un hombre provisto de papel, lápiz y goma, y sometido a una disciplina estricta, es en efecto una máquina universal.

La maquinaria de Bletchley Park funcionaba como un ordenador sólo porque se había suprimido por completo la iniciativa individual de los que trabajaban allí en la ejecución de algoritmos de descifrado. Si no hubiera sido así, si un miembro del personal hubiera fallado al realizar su subtarea, o si no hubiera querido realizarla, entonces Bletchley Park ya no habría funcionado como un ordenador algorítmico. (Hablo de los que ejecutaban los procedimientos de desciframiento, no de los que inventaban esos procedimientos.)


Estatua de Alan Turing en Bletchley Park

En la medida en que obedecía las instrucciones de sus programadores y se comportaba como un ordenador, Bletchley Park no era un organismo vivo autodeterminado, sino una obediente máquina computacional, por mucho que sus componentes elementales fuera personas o partículas libres. Otra cosa es que sus componentes empezaran a obrar con iniciativa propia. Pero justamente en ese momento habría dejado de comportarse como una máquina.

Puede que el pampsiquismo sea una condición necesaria para que pueda haber vida y consciencia en el universo. Pero no implica de ninguna manera que las máquinas sean conscientes. Las máquinas, por diseño, no son libres ni conscientes: porque están diseñadas para satisfacer un objetivo impuesto a ellas desde fuera.

Referencias

[1] Chalmers, D. (1996). The Conscious Mind: In Search of a Fundamental Theory. Oxford University Press, ISBN 0-19-511789-1.

[2] Nagel, T. (2012). Mind and Cosmos: why the materialist neo-Darwinian conception of nature is almost certainly false. Oxford University Press, ISBN 9780199919758.

[3] Conway, J., Kochen, S. (2006). The Free Will Theorem. Foundations of Physics, 36(10):1441–1473. DOI:10.1007/s10701-006-9068-6.

[4] Génova, G., Quintanilla Navarro, I. (2018). Are Human Beings Humean Robots? Journal of Experimental & Theoretical Artificial Intelligence 30(1):177–186. El manuscrito está accesible desde mi página académica personal.

[5] Turing, A.M. (1948). Intelligent Machinery. National Physical Laboratory Report. In Meltzer, B., Michie, D. (eds), Machine Intelligence 5. Edinburgh: Edinburgh University Press, 1969. Digital facsimile at http://www.AlanTuring.net/intelligent_machinery.

Créditos de las imágenes

https://es.wikipedia.org/wiki/Partícula_elemental
https://en.wikipedia.org/wiki/John_Horton_Conway
https://es.wikipedia.org/wiki/Estatua_de_Alan_Turing

38 comentarios en “Pampsiquismo y computación

  1. Gonzalo. Como siempre, no me pierdo tus entradas. Soy incapaz de entender bien el post, por falta de conocimeintos y porque, lo reconozco, no son para leer sin concentrarse… En todo caso esta entrada me trae ciertas contradicciones o cuestiones que vienen a mi cabeza de vez en cuando:
    1 – ¿Existen los Reyes Magos? – Yo sigo sosteniendo con mis hijas (>20 años) que sí, en la medida en que están en nuestra imaginación y que incluso los podemos visualizar.
    2 – ¿Existe la 9ª sinfonia de Beethoven? ¿Sólo uando alguien la escucha?¿Puede existir sin el pensamiento humano?
    3 – Supongo que en el centro del Atlantico, a 4.500 metros de profundidad, hay una piedra muy pequeña. Si nadie pensa en ella ¿Existe?
    Nos vemos y Feliz año.

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    • Hola Jesús,

      Intento responder a tus tres preguntas, pero para entender las respuestas creo que es necesario distinguir entre «existir» y «ser real»:

      1. Te respondo con un tuit de un colega y amigo: «Dejas de ser niño cuando aprendes que los Reyes son los padres; alcanzas la madurez cuando entiendes que los Reyes son reales… si crees en ellos. Como la confianza, el honor, la lealtad o la nobleza. Como todos los valores: existen, pero si no creemos en ellos, desaparecen.» (@Diletantez)

      2. La 9º Sinfonía es real, y además existe en las partituras escritas, en las grabaciones, y de modo más intenso todavía cuando una orquesta la interpreta.

      3. Por supuesto que esa piedra existe aunque nadie piense en ella.

      En definitiva, si «existir» es tener presencia física en el mundo material, entonces hay cosas que pueden ser reales con una realidad que no se reduce a su existencia material en uno o varios lugares. El número 2 es real, porque es real que tengo dos manos, sin que para ello sea necesario que el número 2 exista como tal en ningún lugar del universo.

      Un gusto siempre tenerte por aquí y que participes.

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      • Gracias Gonzalo. Como verás yo practico mi propia «filosofía recreativa»… me entretiene… pero es obvio que un poquito de cultura filosófica me vendría bien.
        ste cuatrimestre empezaré a ir por Colme, a ver si tomamos un cafe.
        Slds
        Jesús

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      • «los Reyes son los padres; (…) los Reyes son reales… si crees en ellos»

        No, Gonzalo. O los Reyes Magos son un cuento o son reales; ambas cosas a la vez no pueden ser.
        Hasta facultades de teología católica enseñan actualmente que el relato de los magos guiados por una estrella, contenido únicamente en el Evangelio de Mateo, es pura mitología. O sea, que esos personajes no existen; son ficciones mitológicas, igual que las hadas o los dioses.

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    • Lo siento, pero tu afirmación de que los Reyes Magos «son reales si crees en ellos» me suena a pensamiento mágico. No se me ocurre ninguna otra forma de interpretar tus palabras que como una forma de pensamiento irracional.

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      • Efectivamente, que no se te ocurra interpretar la frase -que por otra parte no es mía- de otra forma que no sea la estrictamente literal, te retrata.

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      • Dado que tú has suscrito la frase de tu «amigo», no puedes negar que ahora esa frase es también tuya.
        La idea de que los Reyes Magos «son reales si crees en ellos» permite hacer dos tipos de «retratos» opuestos: por un lado, el retrato de quienes la rechazamos; por otro, el retrato de quienes, como tú y tu amigo, la defendéis.

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      • Claro que suscribo la frase, porque me pareció una forma poética de explicarlo, simplemente es que no me la atribuyo.

        Dices que la idea de que «los Reyes Magos son reales si crees en ellos» permite hacer solo dos retratos. Pero esto es únicamente para los que son incapaces de interpretar la frase en un sentido que no sea el estrictamente literal, como es tu caso.

        Los bichos raros que somos capaces de interpretar una frase de forma no literal también somos capaces de captar otros leves matices en ella.

        Pero tú estás mejor así, eres más exótico.

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  2. Gonzalo: Llego a tu blog por sugerencia de mi buen amigo Jesús.
    He leído solamente tu entrada más reciente, pero me animaré a revisar entradas pasadas porque me han parecido sugerentes tus reflexiones.
    Imposible estar a la altura de tus análisis en un simple vistazo, más aún considerando mi ínfimo grado de conocimientos al respecto, pero solo como primera impresión y desde una perspectiva muy clásica y seguramente tan cuestionable como superada, no veo que los argumentos de la panlibertad de la que parten tus reflexiones puedan encajar en ninguna de las figuras y modos de la lógica clásica. Quizá hay que ser mucho más atrevido para discurrir hoy (soy un antiguo), pero quizá solo por simplificar yo creo que hay atributos o capacidades (potencias) exclusivas del ser humano, otras quizá de los seres vivos, y luego ya cerca de aquí nos aproximamos al esoterismo que mencionas al inicio de tu post.
    Eso sí, mi modesta opinión coincide con tu conclusión que creo resume el último párrafo de la entrada.
    Muchas gracias.

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    • Hola LC, encantado de tenerte por aquí.

      Respecto a la panlibertad, hay que tener en cuenta qué entienden estos autores por «libertad», para poder juzgar si lo que dicen es correcto o no. Yo no comparto todo lo que dicen, ni mucho menos.

      Muchos piensan que la característica esencial de la libertad es ser «imprevisible»; pero eso es más bien una manifestación de ser libre, no su esencia, y además no siempre se da. Se suele contar que Kant, el teórico moderno de la libertad, era tan previsible en sus rutinas diarias que la gente ponía en hora los relojes cuando lo veía pasar.

      Yo no creo que sea correcto decir que todo en el universo tiene un cierto grado de libertad (entendida como autodeterminación de un sujeto). Pero si reduces el significado de libertad a «no ser computable», entonces me parece aceptable. Nuevamente, no ser computable es una manifestación de ser libre, no su esencia.

      Estoy de acuerdo contigo en que la libertad, entendida en sentido fuerte como autodeterminación, es una característica exclusiva de los seres humanos. El mérito que le veo a estas posturas no está en atribuir libertad a todo, sino en rechazar la noción de materia como pura pasividad.

      Espero leerte más por aquí.

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      • Muchas gracias por tu respuesta, Gonzalo.
        Mi profe de filosofía de sexto de bachiller, ya hace algunos años, nos contaba esa anécdota (o leyenda) referida a Kant.
        Seguiré pasando por aquí. Gracias.

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  3. Escribe Juan Arana sobre Pierre Duhem en el libro La cosmovisión de los grandes científicos del siglo XIX:

    No deja de ser curioso que el mecanicismo fuera en el siglo XVII una invención de autores cristianos (como Mersenne, Descartes o Boyle), para los que definir con exactitud el comportamiento de los cuerpos era la forma más segura de poner coto al tipo de materialismo que entonces prevalecía: vitalista y panteísta con una fuerte componente irracional.

    A mí me parece más curioso todavía cómo han cambiado las tornas. El mecanicismo es hoy día la supuesta base del ateísmo, y la cosmovisión religiosa busca apoyo más bien en el vitalismo y sus variantes (pampsiquismo, hilozoísmo, etc.).

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  4. Hay un dato de la visión mecanicista actual que me parece relevante. Se trata del énfasis que se pone en lo neuronal orillando que el organismo humano puede percibir y sentir por medios que no son neurales, o al menos que son parcialmente neurales. En los sistemas primitivos, antes de la aparición de la protoneurona, parecían coexistir muchos ejemplos de conducción eléctrica no nerviosa (no neural). J.M. Martínez Gázquez [1] escribe lo siguiente:

    “Por ejemplo, grandes áreas del epitelio recubren las campanas de natación en el orden de los hidrozoos Siphonophora (que contiene ciertas familias de medusas) y no posee ni nervios ni músculos, pero se ha registrado despolarización entre las células del epitelio. Ejemplos similares de otros sistemas en órdenes relacionados sugieren que la evolución del sistema nervioso puede haber comenzado con tejido epitelial no nervioso […] Sin embargo, las neuronas se originaron a partir de células secretoras endoteliales que, a su vez, podrían secretar sustancias químicas, responder a la estimulación y conducir impulsos […] Algunos investigadores sugieren, de hecho, que las primeras neuronas fueron células neurosecretoras reguladoras del crecimiento en las que los procesos se adaptaron más tarde a una conducción rápida y transmisión química mediante la liberación de neurotransmisores en sus terminaciones”.

    Puede objetarse que una vez completada la colonización neural del organismo no tiene sentido afirmar que sea posible tener cognición y sensación por medios no neurales. En este punto se desliza un argumento jerárquico que pone al cerebro como una especie de centro de mando que gestiona, acepta y descarta aquello que considera irrelevante para el organismo humano. No me convence este argumento, no hay más que observar la estructura nerviosa no jerárquica del cuerpo humano para confirmarlo. Por ejemplo, los ganglios nerviosos son agrupaciones de neuronas localizadas fuera del sistema nervioso central y en el trayecto de los nervios del sistema nervioso periférico. Los ganglios no basales o vegetativos son órganos capaces de procesar información térmica, táctil y compresiva que compatibilizan la información neural y la no neural.

    Esto conduce a la aversión que muestra el mecanicismo radical por aquello que no es neuralizable, es decir, por lo inconsciente. En este sentido, el inconsciente es aquello que no es lógico y racional, aquello que por quedar a extramuros de la neurona se considera fantasmagoría y espejismo. No hay más que leer los insultos y descalificaciones que recibe Freud para ponerse en guardia ante la visión mecanicista radical de la naturaleza humana.

    Neurociencia evolucionista (1). Bajo el mar.

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    • Gracias, Trenchtown, por la referencia y el comentario. Es un tema del que no sé prácticamente nada.

      Me parece interesante tu observación de que el mecanicismo radical (entiendo: de corte más logicista) tenga aversión por lo inconsciente, porque no es racionalizable.

      La inteligencia artificial tiene dos grandes ramas: la inteligencia simbólica (la que es capaz de expresar los razonamientos de forma quasi-humana, mediante reglas y procedimientos de derivación de conclusiones a partir de premisas); y la inteligencia sub-simbólica, que simplemente encuentra patrones en una gran muestra de datos y es capaz de generar un comportamiento que imita esos patrones, pero sin dar ninguna justificación que podamos llamar «racional», más allá del ajuste estadístico.

      Aunque no sea lo mismo, quizás podemos establecer cierto paralelismo con el consciente y el subconsciente (dejando claro que en ningún caso pienso que las máquinas tengan verdadera consciencia). Sugiero este paralelismo, porque entonces, desde una visión mecanicista del cosmos, la existencia del subconsciente no tendría por qué suponer ninguna incomodidad. Es otra forma de mecanicismo, menos logicista si quieres, pero aun así mecanicismo.

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  5. En efecto, la existencia del subconsciente no tiene que ser un problema, entiendo que debemos explorarlo y describirlo. Pero soy escéptico a este respecto cuando veo que desde posiciones reduccionistas se combate esta vía de investigación. Me parece significativa e innecesaria la virulencia de los ad hominem dirigidos a Freud. Al combate antifreudiano se une incluso algún físico para estupor de los concernidos por esta cuestión. Por cierto, me pregunto si la expresión mecanicismo radical está relacionada con el intento de refutar la teoría aristotélica de la naturaleza.

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    • >> Por cierto, me pregunto si la expresión mecanicismo radical está relacionada con el intento de refutar la teoría aristotélica de la naturaleza.

      Uso la expresión «mecanicismo radical» como algo opuesto a la teoría aristotélica de la naturaleza. O sea, el mecanicismo cartesiano sería un intento (a mi modo de ver, fallido) de refutar el hilemorfismo aristotélico. No sé si querías decir esto mismo.

      En el mecanicismo la materia está sustancializada, y además es pura pasividad, solo reacciona a los choques e interacciones de otros trozos de materia (el mundo de bolas de billar). Es algo en sí misma (es «sustancia»), pero sin energía propia, sin capacidad de actuar por sí misma.

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      • La idea de una materia «pasiva», «sin energía propia», es tan absurda que me parece más propia de creyentes que de ateos. La misma existencia de las estrellas demuestra que la materia (los átomos) contiene ingentes cantidades de energía. En las estrellas, gracias al proceso de fusión nuclear, los átomos liberan parte de la colosal energía que poseen.

        La energía liberada por los átomos en el Sol ha impulsado el ciego proceso de evolución biológica que nos ha creado a los seres autoconscientes y a todos los demás seres vivos de la Tierra.

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      • >> La idea de una materia «pasiva», «sin energía propia», es tan absurda que me parece más propia de creyentes que de ateos.

        Entonces estás más lejos del mecanicismo de lo que yo pensaba. Me alegro.

        De todas formas, las ideas absurdas proliferan tanto entre creyentes (¿creyentes en qué?) como entre ateos (que no dejan de ser creyentes en otras ideas, aunque no crean en un dios personal).

        Nagel es ateo y Chalmers no es una persona religiosa. Descartes era católico. Pero ni todos los ateos son sensatos, ni todos los católicos son insensatos.

        >> La energía liberada por los átomos en el Sol ha impulsado el ciego proceso de evolución biológica que nos ha creado a los seres autoconscientes y a todos los demás seres vivos de la Tierra.

        Aquí afirmas categóricamente, sin matices, algo que no puedes saber (o sea, haces un acto de fe). La dificultad de que una evolución ciega desemboque en seres conscientes es lo que ha llevado a Nagel, Chalmers, y muchos otros, a adoptar sus respectivas posturas.

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      • Me temo que no me expresé bien. Lo que intentaba decir es que tu definición de «mecanicismo» me parece un «hombre de paja», es decir, no la veo como una concepción que realmente los ateos hayan defendido jamás. Para un ateo materialista es completamente ridículo concebir la materia como «pura pasividad», ya que mucha de la materia que vemos, incluyéndonos a nosotros mismos, es a todas luces activa. ¿Me podrías nombrar a algún pensador ateo que haya sostenido que la materia es «pura pasividad»?

        La idea de que hemos sido creados por una evolución ciega (es decir, no planificada) forma parte del consenso científico actual: Es una mera consecuencia de la teoría evolutiva moderna (la síntesis neodarwiniana). Por tanto, el «acto de fe» no lo realiza quien acepta dicha idea sino más bien quien la rechaza.

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      • >> no la veo como una concepción que realmente los ateos hayan defendido jamás

        Tienes una fijación con que estoy siempre atacando a los ateos. Al único que he criticado en este artículo y sus comentarios es a Descartes, que era católico. También he criticado el mecanicismo como supuesto argumento en favor del ateísmo. Pero no he criticado el ateísmo como tal. En general, critico a todos los mecanicistas, sean ateos, católicos, morenos, suecos, o socios del Real Madrid.

        Wikipedia define así el mecanicismo: El mecanicismo es un modelo que afirma que la única forma de causalidad es la influencia física entre las entidades que conforman el mundo material, cuyos límites coincidirían con el mundo real; en metafísica, esto supone la negación de la existencia de entidades espirituales (por lo tanto, la creencia en el materialismo), para explicar la realidad en términos de materia, movimiento local, leyes naturales estrictas y determinismo.

        Esto no es exactamente lo mismo que decir que la materia es «pura pasividad», pero en mi opinión se le parece mucho. Lo que he escrito más arriba es: En el mecanicismo la materia está sustancializada, y además es pura pasividad, solo reacciona a los choques e interacciones de otros trozos de materia (el mundo de bolas de billar). Es algo en sí misma (es «sustancia»), pero sin energía propia, sin capacidad de actuar por sí misma. Quizás la expresión «pura pasividad» no sea afortunada, no me voy a aferrar a ella.

        >> La idea de que hemos sido creados por una evolución ciega (es decir, no planificada) forma parte del consenso científico actual: Es una mera consecuencia de la teoría evolutiva moderna (la síntesis neodarwiniana). Por tanto, el «acto de fe» no lo realiza quien acepta dicha idea sino más bien quien la rechaza.

        Vuelves a las andadas. Decir que la evolución es ciega no es una afirmación científica, luego no puede formar parte del consenso científico. La ciencia renuncia por su propio método a estudiar la finalidad, pero eso no significa que la finalidad sea un invento. No puede ni afirmarla ni negarla. Pero esto ya lo hemos discutido muchas veces, y lamentablemente tú sigues diciendo lo mismo que hace años.

        Por cierto, que aquí me estoy refiriendo a la finalidad en el sentido de propósito consciente. También se puede hablar de finalidad en sentido de tendencia física (teleomática) y de tendencia biológica (teleonomía); ambas finalidades son naturales, y sí las estudia la ciencia.

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      • >> he criticado el mecanicismo como supuesto argumento en favor del ateísmo. Pero no he criticado el ateísmo

        Para ser exactos, tú empezaste afirmando que «el mecanicismo es hoy día la supuesta base del ateísmo». Por tanto, cuando después de hacer esa afirmación pasaste a criticar el mecanicismo está claro que también criticabas el ateísmo de «hoy día». ¿Por qué niegas algo tan evidente? ¿No tendrás acaso «una fijación» que te impide reconocer tus ataques al ateísmo? 😉

        >> Esto [el mecanicismo según la Wikipedia] no es exactamente lo mismo que decir que la materia es «pura pasividad», pero en mi opinión se le parece mucho.

        No, la diferencia entre ambos conceptos es abismal. Yo mismo sería mecanicista según esa definición de la Wikipedia, pues sostengo que no existen las causas milagrosas o sobrenaturales: todos los fenómenos del universo son producidos por causas físicas, es decir, causas naturales. Sin embargo, jamás se me ocurriría suscribir ideas tan descabelladas como la «pura pasividad» de la materia o la materia «sin energía propia», que son las que tú utilizas para definir el mecanicismo.

        >> Decir que la evolución es ciega no es una afirmación científica

        Para ti tal vez no lo sea, porque niegas que las ciencias históricas (geología, biología, etc.) sean auténtica ciencia. Pero para el mundo académico en general sí que es una afirmación científica. Muchos biólogos han sostenido teorías acerca de una evolución «dirigida» (o sea, no ciega), pero hacia el segundo tercio del siglo XX triunfó la síntesis neodarwiniana, según la cual la evolución es ciega, tal como mantenía Darwin.

        >> La ciencia renuncia por su propio método a estudiar la finalidad [consciente]

        Eso no es cierto. El método de la ciencia consiste en la recopilación de datos para construir teorías predictivas verificables. El método de la ciencia resulta perfectamente aplicable al estudio de la finalidad consciente.

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      • >> cuando después de hacer esa afirmación pasaste a criticar el mecanicismo está claro que también criticabas el ateísmo de «hoy día»

        Pues tómalo así, si quieres. Si tu argumento para ser ateo es el mecanicismo, tu argumento es muy débil y criticable.

        Pero al decir que es la «supuesta base» estoy admitiendo también que hay otros posibles motivos para ser ateo. Hay ateos no mecanicistas.

        En todas las entradas anteriores de este blog hago una única mención explícita al ateísmo: ‘Materialismo’ puede significar muchas cosas: que todo lo que existe es materia; que cualquier otra forma de “ser” no es verdaderamente real; que no existen los espíritus, ni por tanto los dioses; etc. El materialismo está próximo al ateísmo (“no existe Dios”), pero no son lo mismo, puesto que es posible ser ateo sin ser materialista.

        Puedes leer en esa entrada: Por eso pretendo distinguir dos tipos de materialismo, y desacreditar uno de ellos, que podríamos llamar materialismo rudimentario o naif, no porque sea “perverso”, sino porque es intelectualmente muy endeble. En cambio, hay otro tipo de materialismo más elaborado que me parece digno de consideración y respeto.

        Como ves, mi respeto para el ateísmo (Materialismo Tipo 2), pero mi crítica al burdo materialismo mecanicista que tú pareces defender (Materialismo Tipo 1).

        >> no existen las causas milagrosas o sobrenaturales: todos los fenómenos del universo son producidos por causas físicas, es decir, causas naturales

        Aquí estableces una falsa dicotomía: causas físicas o causas sobrenaturales. Pero resulta que hay otras causas/explicaciones que no son ni físicas ni sobrenaturales. Ahí entran, por ejemplo, las intenciones conscientes. Un buen ejemplo de intención consciente, para que veas que no hablo de cosas raras, es el diseño de un artefacto, que es causa del artefacto, sin ser causa física del mismo. Todo esto está explicado aquí: ¿Hay finalidad en el universo? Ya quedaron claras nuestras diferencias en los comentarios de entonces.

        >> porque niegas que las ciencias históricas (geología, biología, etc.) sean auténtica ciencia

        ???

        >> El método de la ciencia resulta perfectamente aplicable al estudio de la finalidad consciente.

        Sobre esto también hemos discutido hace tiempo y nunca respondiste a mis objeciones sobre tu postura: qué experimento puedes diseñar para discriminar si la intención en el diseño de un artefacto es una u otra. El método científico-experimental puede establecer la «eficacia» (para qué sirve) de un artefacto, pero no puede dar el salto a la «intención» de un artífice consciente («para qué fue diseñado»). Precisamente por eso el diseño inteligente no es ciencia, sino (mala) filosofía, que abusa del método científico (en dirección opuesta a la tuya).

        Otro aspecto importante de la finalidad consciente son los deberes éticos. La ciencia estudia los fenómenos naturales, lo que ocurre. El salto de ahí a lo que debería ocurrir excede al método científico. Que no quiere decir que los deberes no se puedan conocer racionalmente, sino que hace falta una racionalidad meta-científica, una racionalidad no encerrada en el método científico. Y no solo la ética, sino también la tecnología, puesto que la tecnología tampoco se conforma con las cosas tal como son, sino que las quiere transformar. También escribí que la mera existencia de la tecnología es una refutación del positivismo en tanto que sistema filosófico empobrecido.

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  6. Tengo otra pregunta. El hecho de que la doctrina pampsiquista te parezca respetable ¿se debe a la consistencia que te merece la teoría aristotélica de la naturaleza o se debe a otras razones?

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    • Básicamente se debe a que la teoría aristotélica me parece bastante iluminadora. Me gusta más decir «iluminadora» que «consistente», porque no creo que sea una teoría que lo explica todo perfectamente; en particular, no explica bien la naturaleza de los seres libres.

      En la teoría aristotélica, en la cual el principio de finalidad es central, los seres se mueven para alcanzar la «plenitud de su forma propia». Es decir, el ser vivo se desarrolla hasta que alcanza su madurez. Pero la forma le viene dada, el destino está de alguna manera cerrado. Aquí veo dos limitaciones: la primera, el aristotelismo no casa demasiado bien con la evolución biológica; la segunda, tampoco casa nada bien con la creatividad propia de la libertad humana, que no se conforma con fines dados, sino que inventa sus propios fines.

      La primera dificultad me parece salvable dentro de un esquema básicamente aristotélico, con correcciones. En cambio, la segunda me parece que requiere elementos completamente nuevos. Creo que se puede «salvar» el aristotelismo, pero sin quedar encerrados en sus formulaciones ni tomarlo como un sistema completo y terminado (eso era el aristotelismo renacentista decadente). Si vale de algo la analogía, es como salvar la física newtoniana una vez que ya sabemos que la física relativista es mucho mejor.

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  7. Génova, dices que al ser vivo la forma le viene dada, que el destino está de alguna manera cerrado. La pregunta que surge aquí es quién o qué da la forma al ser vivo. Y si el dador de la forma es un principio biológico/material, un principio ideal de corte platónico o un principio virtual, matemático o geométrico, de raíz pitagórica.

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    • Pues qué puedo decir… esa es la pregunta filosófica más radical que puede hacerse, la de Leibniz. ¿Por qué hay algo en lugar de nada, por qué las cosas son como son y no de otra manera?

      (Al ser vivo concreto le dan la forma sus progenitores, a través de su código genético; pero entiendo que no preguntas por el ser concreto, sino por el hecho de que los seres vivos en general tengan forma, orden, estructura.)

      Una no-respuesta sería: los seres vivos han llegado a ser lo que son por las leyes de la evolución biológica. Digo que es una no-respuesta, porque sigue haciendo falta responder a la pregunta, ¿y por qué son así las leyes de la evolución?

      No sé si tengo una respuesta positiva convincente. Quiero decir que, ante la pregunta leibniciana, se puede responder de varias maneras:

      – No tengo ni idea, y mira que es interesante, pero desgraciadamente no tenemos forma de saberlo.
      – Pues debe ser que hay algo o alguien que tiene la culpa.
      – Esa pregunta no me interesa, y a ti tampoco debería interesarte.
      – Salió espontáneamente de la nada, porque sí.
      – Ha sido siempre así.

      Igual tú si tienes una respuesta que me convenza, o que convenza a otros.

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  8. Hasta que nos volvimos a topar con la Autopoiesis.

    F.J. Varela, H.R. Maturana, De máquinas y seres vivos. Autopoíesis: La organización de lo vivo, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1994.

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  9. >> El pampsiquismo se opone radicalmente al mecanicismo, según el cual la única forma de causalidad es la influencia física entre las entidades que conforman el mundo material: todo se explica en términos de materia y movimiento local, conforme a leyes naturales deterministas […] Para el mecanicismo radical, el pampsiquismo es la peor de las herejías.

    Génova, me parece apresurada la descalificación del mecanicismo por el argumento del movimiento local. Al hacerlo corres el riesgo de refutar las teorías del movimiento y la naturaleza de Aristóteles. Tengamos en cuenta que la viga maestra del constructo naturalista aristotélico es el movimiento. Aristóteles define la naturaleza como el principio del movimiento y el cambio, de tal manera que sin investigar qué es el movimiento resulta imposible saber qué es la naturaleza. Después argumenta que las cosas, las que son en potencia y las que son en acto, son un esto o una cantidad o una cualidad.

    El punto decisivo de la argumentación aristotélica es el principio de relatividad que permite explicar que las cosas relacionadas se dicen según el exceso o el defecto, la pasividad o la actividad y su capacidad de mover o ser movidas. Aristóteles concluye que no hay movimiento fuera de las cosas y por tanto el cambio del movimiento y el estado de las cosas tiene que ser local. De las cosas se predica su cantidad, cualidad, actividad o pasividad porque esas cosas están acotadas a un espacio local dotado de movimiento local. De no ser así no serían predicables. Contravenir lo anterior supondría la refutación de la tesis aristotélica.

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    • Trenchtown, según mi buen entender, movimiento en Aristóteles es cualquier tipo de cambio, no necesariamente local. Por ejemplo, cuando una casa cambia de propietario, en lenguaje aristotélico se diría que experimenta un movimiento. Y cuando una persona pasa de la ignorancia al conocimiento, también experimenta un cambio, es decir, un movimiento.

      La perspectiva mecanicista consiste en decir que todo cambio, absolutamente todo tipo de cambio, se puede reducir a algún tipo de cambio local. Podemos decir que un cambio de propietario queda reflejado en tinta sobre papel (o en registro informático), y que un cambio de conocimiento lleva parejo algún tipo de cambio neurológico. Es decir, cambios físicos, movimientos locales.

      Pero es muy distinto decir «lleva parejo» cambio local, que decir se reduce a (se explica por) cambio local. La perspectiva aristotélica no admitiría esto jamás (siempre según mi entender), porque es una perspectiva en la que se admiten pluralidad de aspectos en la realidad, sin tratar de reducirlos a un único principio explicativo.

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  10. >> El pampsiquismo es una teoría filosófica bastante respetable según la cual lo mental es una característica fundamental de toda la realidad.

    Entiendo que la doctrina pampsiquista ha sido minoritaria en la ciencia y en la filosofía de la ciencia. De hecho, hoy día no es aconsejable reivindicar el pampsiquismo en la Academia de la Ciencia porque dicha doctrina se la relaciona con la religión, la magia y el oscurantismo. El incauto que se aventure al elogio y defensa del ideario hilozoísta se arriesga a arruinar su carrera y prestigio profesional. No obstante, y al contrario de lo que pudiera pensarse, el objetivo de algunos pioneros de la ciencia moderna no fue desgajarse del mentalismo pampsiquista sino restaurar la naturaleza humana a su estado paradisíaco previo a la caída de Adán. Esos autores pensaban que la ciencia es el relato de esa restauración, aunque su feliz conclusión se torna más implausible a medida que transcurre el tiempo.

    Pues bien, quiero resaltar lo que llamo perspectiva bufonesca o crítica bufonesca como protesta ante el fracaso de la ciencia en restaurar la condición adánica original de la humanidad. Valgan dos ejemplos de lo que pretendo ilustrar: el terraplanismo y el intento de reavivar el geocentrismo poniéndolo en igualdad de condiciones epistémicas con el heliocentrismo. El terraplanista expresa su creencia como un síntoma paranoide ante lo que considera un engaño o una estafa, es un hecho emocional que afecta a muchas personas sin importar la clase social, el género y la edad. El adepto a la tierra plana piensa que la ciencia es un instrumento de poder en manos de una élite que la usa para obtener riqueza y estatus político y mediático. Muchos terraplanistas saben que su protesta es simple provocación, una bufonada, pero es la única manera que tienen de expresar su frustración existencial.

    La cosa se complica un poco más con los intentos de volver al modelo geocéntrico ptolemaico y aristotélico. Aquí se exponen consideraciones estéticas y subjetivistas que ponen en duda la conveniencia de respetar la autonomía de las cualidades primarias y secundarias de las cosas estudiadas por la física. El nostálgico del geocentrismo también desea el retorno a la condición adánica y paradisíaca pero ignora, o prefiere ignorar, la existencia de las dos trincheras que defienden la epistemología de la física. Estas trincheras son las cualidades primarias y secundarias; las primarias son la extensión (largura, anchura y profundidad), tamaño, peso y movimiento, mientras que las secundarias son el olor, sabor, color y tacto. Hay que precisar que al contrario de la crítica bufonesca del terraplanista, el nostálgico del geocentrismo apela al pensamiento mágico.

    La intención subjetivista del nostálgico ptolemaico se formula de un modo onírico y antirrealista. En este sentido da igual que el planeta gire en torno al sol o que la estrella solar gire alrededor del planeta. Como el plano donde acontecen los giros es ortogonal carece de importancia el lugar donde se localiza el observador. Es obvio que el observador está plantado en un punto de la superficie terrestre a menos que domine el arte de la levitación. Tampoco se considera el tipo de movimiento de la Tierra, si uniforme o acelerado, y de qué modo influye este movimiento en el observador terrestre. Es decir, se eliminan las cualidades primarias de los objetos de estudio y por tanto la descripción objetiva y experimental de los hechos físicos se desplaza al campo onírico y mágico del nostálgico.

    Ambas críticas al fisicalismo admiten un análisis freudiano pese al empeño de algunos por desprestigiar la teoría de Freud. Y también mueve a reflexionar acerca del fracaso del proyecto adánico y restaurador de la ciencia.

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    • >> Entiendo que la doctrina pampsiquista ha sido minoritaria en la ciencia y en la filosofía de la ciencia.

      No estoy muy seguro de que sea así. Cualquier cosmovisión no mecanicista se acerca de alguna manera al pampsiquismo. Y no todos los científicos ni filósofos de la ciencia han sido o son mecanicistas. El mecanicismo ha tenido una indudable preponderancia, pero considero que hoy día ya ha demostrado su insuficiencia y está en franco retroceso.

      >> De hecho, hoy día no es aconsejable reivindicar el pampsiquismo en la Academia de la Ciencia porque dicha doctrina se la relaciona con la religión, la magia y el oscurantismo.

      Los que he citado en el artículo -Chalmers, Nagel y Conway & Kochen- no se han acercado al pampsiquismo por los motivos que dices. Claro que hay versiones esotéricas o mágicas del pamsiquismo (lo menciono al principio del artículo), pero a mí me interesan las versiones «respetables».

      >> El incauto que se aventure al elogio y defensa del ideario hilozoísta se arriesga a arruinar su carrera y prestigio profesional.

      ¡Ay, incauto de mí! Creo que me arriesgaré.

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  11. Génova, no tengo tan claro que tu definición de mecanicismo coincida con mi entendimiento de esta doctrina. Quiero decir que el mecanicismo no radical no me parece alejado del hilozoísmo. En cualquier caso, me encuentro más cómodo manejando el concepto de fisicalismo o de positivismo fisicalista, me parece más actual que el de mecanicismo. No he leído a los autores que mencionas en tu comentario aunque me alegro que tengan una lectura benevolente del pamsiquismo. Pero yo me refería a la ciencia, no a la filosofía. La continua apelación al término pseudociencia por fisicalistas radicales es lo que explica mi escepticismo a este respecto.

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  12. Trenchtown, para responderte adecuadamente necesito entender mejor cuál es tu propia postura.

    Me ha parecido entender que también rechazas el mecanicismo radical, pero con una visión más favorable hacia un «mecanicismo no radical» que no ves alejado del hilozoísmo. Me gustaría saber qué entiendes por mecanicismo no radical, así como por «fisicalismo» y «positivismo fisicalista».

    Cuando digo que en el mecanicismo (radical) la materia es caracterizada como «pura pasividad», quiero decir que la materia no tiene ninguna iniciativa en su actividad, es decir, su actividad es puramente reactiva. No tiene iniciativa, no tiene energeia según la noción griega, de la cual deriva etimológicamente el concepto científico moderno de «energía», pero habiendo perdido su sentido original. La materia tiene (o incluso «es») energía, por supuesto. Lo que no tiene es energeia, iniciativa. El sentido griego original todavía se puede rastrear en frases como «hoy me he levantado lleno de energía», que es incorrecta en un contexto puramente científico, pero todos la entendemos en contexto coloquial.

    Pienso que la vuelta al pampsiquismo o hilozoísmo, y el consecuente rechazo del mecanicismo, está relacionada con esta dificultad: como no se puede explicar la «iniciativa» que observamos en los seres vivos a partir de elementos sin ninguna iniciativa (sin «energeia»), entonces es preciso atribuir esta iniciativa -al menos en cierto grado- a toda la naturaleza. Y esto es lo que dicen Chalmers y Nagel: lo mental es una característica básica de la naturaleza, no explicable en términos mecanicistas o materialistas. La iniciativa, la «energeia», lo mental, es un elemento irreductible del universo.

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  13. Génova, disculpa el retraso en responderte pero acabo de ver tu comentario.

    El fisicalismo surge, si no me equivoco, con el Círculo de Viena. En su seno se postulaba que la ciencia física debe ser el modelo de todas las ciencias naturales. Esto incluye a los procesos psíquicos que también son reducibles a procesos físicos. Es decir, el lenguaje de la física aspiraba a ser un lenguaje universal para explicar la naturaleza.

    Nunca entendí que el mecanicismo fuese antitético del hilozoísmo, aunque es cierto que no son doctrinas idénticas. En Descartes, por ejemplo, hay elementos hilozoístas. En la definición de sustancia que ofrece Descartes no hay pasividad por la simple razón que engarza la sustancia a Dios:

    “En realidad, a lo único que cabría llamar realmente sustancia es a Dios, es decir, a la res infinita, puesto que ésta es causa de sí misma (causa sui)”.

    El filósofo define a Dios de la siguiente manera: “Bajo el nombre de Dios entiendo una substancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, por la cual yo mismo y todas las cosas que existen (si existen algunas) han sido creadas y producidas”. Entiendo que al ser creadas están animadas al infinito por una fuerza omnipotente. Al ser la divinidad inteligente, la materia también lo es. Esto es lo contrario de la pasividad y de la simple reactividad.

    >>Y esto es lo que dicen Chalmers y Nagel: lo mental es una característica básica de la naturaleza, no explicable en términos mecanicistas o materialistas.

    Estoy de acuerdo con lo anterior, lo mental es un elemento irreductible del universo. Eso sí, ha llovido mucho desde Descartes y el dios cartesiano tiene difícil encaje en la ciencia actual. Pero lo que no ha cambiado, al menos en mi opinión, es que eliminar lo mental/inteligente como principio de la naturaleza conduce a callejones epistémicos sin salida y al desaliento vital.

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    • Trechntown, dices que:

      >> En la definición de sustancia que ofrece Descartes no hay pasividad por la simple razón que engarza la sustancia a Dios.

      Lo que yo veo aquí es que Descartes se aproxima mucho en esas palabras al panteísmo que posteriormente desarrollará Spinoza. La materia no tiene consistencia propia, no es sustancia. En Dios no hay pasividad, pero la materia sí que es pasiva (movida por Dios, sin causalidad propia), salvo que la consideremos idéntica a Dios, o emanación necesaria de Dios («engarzada», como dices tú).

      En definitiva, o bien el mecanicismo niega la energeia a la materia, o bien se la concede porque considera no hay distinción entre Dios y la materia. El mecanicismo no acepta una materia que sea no divina y a la vez con energeia propia.

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  14. Hace muchos años (unas tres décadas) escribí un trabajo universitario sobre el libro de Roger Penrose, La nueva mente del emperador. Hablo de memoria, porque no he encontrado aquel trabajo. Terminaba mi ensayo criticando a Penrose por apelar a la teoría del clinamen como «último recurso» para salvaguardar el libre albedrío.

    Si se entiende el clinamen como mera aleatoriedad, entonces no resuelve el problema. Eso es lo que yo pensaba, y por eso criticaba a Penrose. Pero si el clinamen se entiende como espontaneidad, entonces creo que es una postura cercana al pampsiquismo.

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